El diagnóstico del síndrome de asperger es puramente clínico e incluye una recopilación completa de la historia del paciente, incluido el entorno de su desarrollo, ya sea social, de aprendizaje, familiar o emocional.
Lo que se hace a continuación son pruebas multidisciplinarias para descartar o confirmar otros síndromes y que incluyen pediatras, psiquiatras, neurólogos, psicólogos y psicopedagogos.